Cualquier
alteración física o funcional producida por fuerza traumática externa que
ocasione un daño físico sobre el encéfalo (por ejemplo el cerebro) o alguna de
sus cubiertas (huesos del cráneo, etc.). En términos coloquiales, viene a ser
un golpe fuerte en la cabeza.
¿Es
muy frecuente?
Los
traumatismos craneales constituyen un accidente muy frecuente en la infancia.
¿Quién no recuerda algún chichón al estrenar su primera bicicleta, o las
“heridas de guerra” mientras jugábamos a indios y vaqueros? En su mayoría no
acarrean consecuencias relevantes, pero en ocasiones el traumatismo puede ser
grave, especialmente en los más pequeños. En éstos, la causa más frecuente son
las caídas accidentales, desde un sitio elevado (cambiador, sillita, cuna…) o
bien desde su propia altura al suelo, en los niños que ya han comenzado a
caminar. Los siguientes en frecuencia son los que tienen lugar como
consecuencia de los accidentes de tráfico. Pueden producirse como pasajeros de
vehículos, víctimas de atropellos, caídas con la bicicleta o los patines (en estos
dos últimos casos por no llevar puesto el casco). Entre los adolescentes,
muchos accidentes graves se producen conduciendo vehículos a motor, como los
ciclomotores, etc
¿Puede
ser grave?
La
importancia de cualquier traumatismo craneal viene determinada por la
posibilidad del daño cerebral asociado. Los niños menores de un año tienen más
riesgo de tener lesiones cerebrales. Además, no pueden expresar muchos de los
síntomas ni explicar las circunstancias de lo ocurrido. Algunos de los
traumatismos craneales más graves que se producen en este grupo de edad son
consecuencia de malos tratos propinados por sus cuidadores. La mayoría de los
traumatismos sólo producen lesiones en la superficie de la cabeza como
hematomas (chichones), heridas y dolor en la zona del golpe.
¿Qué
síntomas puede tener mi hijo tras un traumatismo craneal?
En
general sólo tendrá dolor en la zona del golpe y no precisará recibir atención
sanitaria. Pero si tiene vómitos, pérdida de conciencia o somnolencia, visión
borrosa, dolor de cabeza, irritabilidad, alteraciones del habla, la marcha o la
coordinación, aunque muchos de estos síntomas pueden ser pasajeros, se ha de
buscar asistencia médica urgente. Si se sospechan lesiones importantes no se
debe mover al niño, en especial su cuello si sospechamos que se ha producido
lesión en la columna cervical.
¿Tienen
que hacerle pruebas en urgencias?
La
primera valoración que le realizara el pediatra a su hijo es la que nos permite
determinar su nivel de consciencia. Esta puntuación, junto con la presencia o
ausencia de alteraciones en la exploración neurológica determinan la gravedad
del traumatismo y la probabilidad de daño cerebral del niño.
En
ocasiones, el médico puede recurrir a pruebas radiológicas. La más usada
tradicionalmente ha sido la radiografía de cráneo. Sin embargo, su utilidad es
limitada, ya que puede haber daño cerebral con radiografías normales y, a su
vez, la mayoría de fracturas no se asocian a lesión intracraneal. En los
últimos años se está restringiendo su uso a una serie limitada de situaciones,
más numerosas en lactantes pequeños. La prueba más adecuada cuando se sospecha
una lesión cerebral es la tomografía computarizada (TAC o scanner).
¿Cuál
es el tratamiento que debo administrar a mi hijo después de ser atendido en urgencias?
Tras
la valoración del pediatra, la mayoría de los niños serán dados de alta y
enviados a su domicilio. Pese a que un niño sin síntomas y con una exploración
normal tiene muy pocas probabilidades de desarrollar una lesión grave en las
siguientes horas, los adultos responsables deben comprobar, durante las
siguientes 24-48 horas, una serie de signos de alarma. Ante su aparición, han
de acudir al Servicio de Urgencias más cercano. Si el golpe ha sido importante,
al niño hay que evaluarlo periódicamente, cada 2-3 horas y, aunque se le puede
dejar dormir, ha de ser despertado un par de veces por la noche para comprobar
su estado general.
Fuente: En
Familia